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19 de noviembre de 2025
La grasa abdominal resistente: La ciencia identifica las causas subyacentes que sabotean los esfuerzos

Desde el tipo de entrenamiento hasta el consumo de bebidas light, una síntesis de investigaciones de 2023 y 2024 explica por qué el enfoque debe ser integral y no solo centrado en las calorías.
La persistencia de grasa abdominal no es solo una cuestión estética, sino un indicador de riesgo para la salud metabólica y cardiovascular. Lejos de depender únicamente de la dieta o el ejercicio, la ciencia identifica nueve factores determinantes, a menudo pasados por alto, que explican esta resistencia.
Una investigación de 2024 de la Universidad de Harvard, publicada en Nutrients, vinculó la deficiencia de magnesio con niveles elevados de insulina en ayunas y una mayor acumulación de grasa central. La Universidad de Copenhague, por su parte, publicó en The Journal of Obesity que entrenamientos de alta intensidad (HIIT) y de fuerza redujeron hasta un 20% más esta grasa que el cardio tradicional.
El sueño insuficiente emerge como otro pilar crítico. Un estudio de la Universidad de Pensilvania en Sleep Health (2023) observó que quienes duermen menos de seis horas tienen un 30% más de riesgo de acumulación abdominal. A esto se suma el estrés crónico: la Universidad de Stanford publicó en Psychoneuroendocrinology (2024) que programas de manejo de estrés lograron reducir el cortisol y la grasa abdominal en tres meses.
Las elecciones diarias también juegan un rol crucial. Investigaciones de la Universidad de California, San Francisco, concluyeron en The American Journal of Clinical Nutrition que tanto las bebidas azucaradas como sus versiones "light" se asociaron con un mayor acumulo de grasa. Asimismo, la Universidad de Toronto vinculó en Nutrients (2023) el exceso de sal y ultraprocesados con un perímetro de cintura más alto.
El consumo habitual de alcohol, según un estudio de la Universidad de Barcelona en Obesity Reviews (2024), genera un incremento sostenido. Por otro lado, la falta de fuerza en la musculatura profunda del core, según la Universidad de Sídney, puede contribuir a una apariencia abdominal prominente.
Finalmente, una dieta baja en fibra demostró ser un factor clave. Un estudio de la Universidad de Wageningen en American Journal of Clinical Nutrition (2024) determinó que un consumo de 25 a 30 gramos diarios de fibra se asocia con menos grasa abdominal.
La evidencia científica converge en un punto: reducir la grasa abdominal de manera efectiva y sostenible requiere un enfoque integral que considere la calidad del sueño, el manejo del estrés, los nutrientes en la dieta y el tipo de actividad física, yendo más allá de las restricciones calóricas convencionales.









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