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POLITICA

26 de mayo de 2025

El desplante de Milei: autenticidad calculada o fractura política

El desplante a Macri y Villarruel en el Tedeum refleja el cálculo de un presidente que prioriza su imagen antisistema, pero arriesga fracturas clave para gobernar.

Por Juan Pablo Durán
Consultor Político | Director de Nyborg Agencia
Miembro de ASACOP

 

La Catedral Metropolitana de Buenos Aires fue escenario de un gesto que resonará en los pasillos del poder: el presidente Javier Milei, al ingresar al Tedeum por la conmemoración de la Revolución de Mayo, ignoró ostensiblemente los saludos del jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, y de la vicepresidenta Victoria Villarruel. El episodio, captado por las cámaras y amplificado en redes sociales, no fue un simple desliz protocolar, sino un mensaje político deliberado que revela la lógica detrás del accionar de Milei y plantea interrogantes sobre las consecuencias de su estilo rupturista.

¿Por qué actúa así Milei?

El desplante de Milei no puede leerse como un acto aislado. Desde su irrupción en la política, el líder de La Libertad Avanza ha construido su figura sobre la base de la confrontación con lo que él llama "la casta". Este término, que engloba a la clase política tradicional, ha sido el eje de su narrativa, y gestos como el de hoy parecen diseñados para reforzar esa imagen de outsider incorruptible. Negarse a saludar a Jorge Macri y a Villarruel, figuras asociadas al establishment político, es una forma de escenificar autenticidad. En un país donde la desconfianza hacia los políticos es moneda corriente, Milei sabe que su base electoral valora más la coherencia con su discurso antisistema que las formas diplomáticas.

Podríamos deslizar que este acto responde a una estrategia calculada: mostrarse como un líder que no transige, que no se doblega ante las convenciones de la política tradicional. En su publicación en X, donde afirmó "Roma no paga traidores", Milei dejó claro que interpreta las acciones de Jorge Macri —y, por extensión, del PRO— como una traición a los valores que él representa. La mención al consultor español Antoni Gutiérrez-Rubí, acusado por los libertarios de orquestar una campaña sucia, refuerza esta narrativa de victimización frente a un supuesto complot de la "vieja política". Con Villarruel, la fractura es aún más profunda, marcada por un año de tensiones públicas y desencuentros, como su exclusión del acto por Malvinas en abril pasado. Ignorarla en la Catedral fue una forma de subrayar que, incluso dentro de su propio espacio, Milei no tolera disidencias.

Las implicancias políticas del gesto

Sin embargo, esta estrategia de autenticidad tiene un costo. La negativa a saludar a dos figuras clave del escenario político argentino —el jefe de Gobierno de la ciudad más importante del país y la vicepresidenta de la Nación— profundiza la polarización y complica las alianzas necesarias para gobernar. En un contexto donde La Libertad Avanza carece de una estructura territorial sólida y depende del apoyo del PRO en el Congreso, el enfrentamiento con Jorge Macri y, por extensión, con Mauricio Macri, arriesga debilitar la coalición que Milei necesita para las elecciones legislativas de octubre de 2025. La reciente victoria de LLA sobre el PRO en las elecciones de concejales en CABA, celebrada por Milei como un triunfo sobre el macrismo, ya había tensado la relación.

Con Villarruel, las consecuencias son aún más delicadas. La vicepresidenta, que preside el Senado, es una figura clave para el oficialismo en un contexto de minoría parlamentaria. Su distanciamiento público con Milei no solo debilita la imagen de unidad del gobierno. La exclusión de Villarruel de la caminata protocolar desde la Casa Rosada a la Catedral, a diferencia del año pasado, sugiere que la ruptura es estructural y que Milei prioriza el control absoluto sobre su espacio por encima de la cohesión interna.

Un riesgo calculado, pero ¿hasta dónde?

El estilo de confrontación de Milei ha sido efectivo para consolidar a su base electoral, que ve en él a un líder sin filtro, dispuesto a desafiar las normas de la política tradicional. Sin embargo, la política no se sostiene solo con gestos de autenticidad. La gobernabilidad requiere acuerdos, y los desplantes públicos, aunque efectivos para la tribuna, pueden alienar a aliados potenciales y alimentar la percepción de un gobierno aislado.

El presidente apuesta a que su imagen de líder incorruptible le permita mantener el apoyo popular y consolidar a La Libertad Avanza como la fuerza dominante de la derecha argentina. Pero el riesgo es claro: al priorizar la confrontación por sobre la construcción de puentes, Milei podría encontrarse cada vez más solo en un escenario político que, aunque lo deteste, sigue necesitando de la negociación y el pragmatismo.

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