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TUCUMÁN

29 de marzo de 2025

Viajar cómodo: el nuevo crimen de los tucumanos

Mientras el transporte público sigue siendo una aventura de terror, los ciudadanos eligen aplicaciones y los empresarios lloran la pérdida de pasajeros.

¡Pobres empresarios del transporte público de Tucumán! No hay derecho a que los ciudadanos elijan viajar mejor.

¡Qué desconsideración de nuestra parte! Resulta que ahora, como la caída del boleto es del 30%, nos culpan por usar aplicaciones en lugar de quedarnos fieles al entrañable y fiel colectivo tucumano.

Claro, ¿cómo no vamos a seguir eligiendo un servicio que es casi un parque de diversiones? Uno nunca sabe cuándo llegará la próxima unidad, y ese suspenso permanente añade un toque de adrenalina a la rutina diaria. Y cuando por fin aparece, es un espectáculo digno de un museo rodante: unidades viejas, destartaladas y con aire acondicionado que parece estar ahí solo como adorno.

Porque, seamos sinceros, ¿quién necesita aire fresco en pleno verano tucumano? Eso es para blandos, de frágiles. 

Y ni hablar de la destreza de los choferes, quienes manejan como si nos hicieran el favor de nuestras vidas. ¡Todo un privilegio ser sacudidos como en una montaña rusa mientras nos llevan al trabajo, la escuela o atender nuestra salud!

¿Y las formas de pago? Una genialidad. ¿Para qué facilitar la vida con un sistema unificado si podemos tener tres tarjetas diferentes y, en algunas líneas, hasta efectivo? ¡Puro entretenimiento! La SUBE, la Metropolitana y la Ciudadana son el trío dinámico que todo tucumano lleva en el bolsillo... si es que puede lograr cargar alguna, claro.

Pero no hay que ser crueles. No es que el servicio sea malo, es que los usuarios somos exigentes y unos ingratos. ¿Cómo vamos a pretender comodidad, frecuencia y modernidad, como si viviéramos en el siglo XXI?

Mientras tanto, los empresarios del transporte siguen recibiendo subsidios que salen de nuestros bolsillos. ¡Ah! Y ahora les renovamos las unidades para que nos devuelvan un servicio peor. ¡Con la tuya, contribuyente!

Lo más indignante es que los tucumanos hayamos empezado a elegir cómo viajar y cuánto pagar. ¡Qué insensatez! Estamos atentando contra los pobrecitos empresarios que tanto esfuerzo ponen en mantener el servicio en ese estado de decadencia admirable.

Y los funcionarios, ¡ay, los funcionarios! Tan rápidos para encontrar regulaciones a lo que elegimos para viajar, pero tan lentos para resolver el problema de fondo. Ellos, que tan cómodamente levantan la mano para aprobar lo que haga falta mientras los tucumanos nos cocinamos en el colectivo. ¿Será que alguna vez tomarán el mismo transporte que regulan?

En fin, aquí seguimos los tucumanos, eligiendo aplicaciones desleales y prefiriendo viajes cómodos y seguros. ¡Qué desfachatez la nuestra! Mientras tanto, los empresarios sufren porque la modernidad amenaza con dejarlos atrás.

A lo mejor un día entienden que el problema no es que la gente prefiera otra cosa, sino que el servicio que ofrecen es, sencillamente, un desastre.

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