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TUCUMÁN

17 de noviembre de 2025

Del mito a la realidad: la frágil infraestructura vial de Tucumán frente a la crisis climática

Cifras oficiales contradictorias y 19 estructuras viales dañadas entre 2015 y 2023 revelan un problema estructural. Especialistas advierten que los parámetros de construcción ya no alcanzan para eventos extremos.

La frase "se cayeron 12 puentes en Tucumán", surgida durante las tormentas del verano de 2015, se instaló en el imaginario colectivo pese a que las cifras oficiales sobre los daños en la infraestructura vial provincial han presentado variaciones a lo largo de los años. El recuento final de la última década indica que, entre 2015 y 2023, al menos 19 pasos viales resultaron afectados por fenómenos climáticos, incluyendo colapsos totales, daños severos y terraplenes arrasados.

La discrepancia en las cifras se remonta a declaraciones oficiales contradictorias. En septiembre de 2018, Ricardo Abad, entonces director de Vialidad Provincial, señaló que en 2015 habían colapsado cuatro puentes: dos en la zona de San Javier, uno sobre el río Sala y otro en el río Jaya. Abad afirmó que estas estructuras no presentaban fallas estructurales previas y que su colapso se debió a aludes de magnitud inusual que superaron su capacidad de escurrimiento.

Sin embargo, estas precisiones contrastaron con las declaraciones de Raúl Basilio, titular de Vialidad en 2015, quien días después de las tormentas había contabilizado "10 pasos afectados". Esta versión coincidió con un documento oficial del Gobierno titulado "Un año después, seis puentes colapsados ya fueron reparados", que detallaba la recuperación de 10 puentes destruidos durante el temporal.

Entre las estructuras más afectadas en la última década figuran los puentes sobre el río La Sala (ruta 305), el río Lules (ruta 301), el paso del Parque Nacional Campo de Los Alisos, el de ruta 307 sobre el río Zerda, los puentes ferroviarios sobre los ríos Salí y Vipos, el acceso a Tafí Viejo (ruta 315), el cruce del Río Muerto en Yerba Buena, el terraplén del río Calera y el viaducto de la zona sur de la capital tucumana. De estos, cuatro debieron ser reconstruidos completamente.

Los especialistas consultados coinciden en que el problema es estructural y multifactorial. José Ricardo Ascárate, ingeniero y docente de la UNT, sostuvo que "el desmonte agrava todo" al duplicar el volumen de agua que baja desde los cerros. A esto se suma la reducción de los caudales por años de sequía, lo que elevó los lechos de los ríos y disminuyó el espacio bajo los puentes para el paso seguro del agua.

El geólogo Sebastián Moyano señaló la extracción de áridos como un factor crítico que socava las bases de las estructuras y altera la dinámica hídrica. El avance de urbanizaciones, cultivos y desmontes en el piedemonte también reduce la capacidad natural de absorción y multiplica la fuerza de las crecidas.

Las tormentas de los últimos años —2016, 2017, 2018, 2020, 2022, 2024 y 2025— confirman un patrón creciente de eventos extremos. Los expertos advierten que los cálculos tradicionales para dimensionar puentes, basados en lluvias extraordinarias cada 50 años, han quedado obsoletos y recomiendan prever el doble de caudal de agua.

El desafío para la obra pública tucumana se centra ahora en reconstruir lo afectado y anticiparse a futuros colapsos, en un contexto de tormentas cada vez más violentas y una infraestructura sometida a décadas de presión ambiental y antrópica.

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