“Todo mal, fue mucho. Los amo. Todo mal. Muy perverso”. Es el fragmento descifrable de la carta que Laura Leguizamón (50) dejó en la cocina de su departamento en Villa Crespo antes de asesinar a su esposo, Bernardo Seltzer (53), y a sus hijos Ian (15) e Ivo (12), para luego suicidarse. Fuentes judiciales describieron el escrito como “dispar” y señalaron que “fue hecho por alguien que no estaba en sus cabales”. La hermana de Laura confirmó que atravesaba un tratamiento psiquiátrico, y la empleada doméstica reveló que en las últimas semanas “estaba distinta”, incluso rechazando tareas domésticas rutinarias.

El crimen ocurrió alrededor de las 6 de la mañana de este miércoles, pero fue descubierto cerca de las 13:30, cuando la empleada llegó al departamento y encontró a uno de los adolescentes tendido en un charco de sangre. Al registrar la vivienda, la policía halló a Bernardo en su cama, con múltiples heridas de arma blanca —presuntamente atacado mientras dormía—, al otro hijo en su habitación y a Laura en el baño, con una herida mortal autoinfligida. Los menores presentaban lesiones en la espalda y signos de haber intentado defenderse o huir.

La investigación descartó la participación de terceros: no hubo forceduras de entrada ni robos. Leguizamón, oriunda de Lanús, solía compartir en redes sociales momentos familiares, como viajes a Uruguay y República Dominicana, o el acto de fin de curso primario de su hijo menor. En contraste con esa imagen pública, su perfil psicológico muestra señales de deterioro reciente, que incluiría el abandono de su medicación.

Bernardo Seltzer, nacido en Rivera (Buenos Aires), era un reconocido profesional del sector agrícola. En una charla de 2017 había definido a su familia como su mayor tesoro: “Tengo una esposa amorosa, fantástica, y dos hijos hermosos”. El crimen no solo dejó al descubierto una tragedia íntima, sino también las grietas de un cuadro psiquiátrico que terminó en desenlace fatal.