En Tucumán, la próxima elección legislativa se encamina a ser un plebiscito encubierto sobre Javier Milei. Así lo sugiere una medición de Meraki Consultora Política: cuando se pregunta a quién votarían para diputado nacional, la mayoría decide en función de si el candidato apoya o se opone al Presidente. Entre quienes votaron a Bussi en 2023, 96% quiere representantes que apoyen a Milei; entre los de Sánchez, 88,6% también. En espejo, el núcleo peronista provincial opta por la vereda contraria: 80,9% de quienes votaron a Jaldo prefiere candidatos que se opongan a la Casa Rosada.

El humor hacia el rumbo nacional aparece levemente adverso en el agregado, pero con una fidelidad muy alta entre los mileístas del balotaje: 85,7% cree que el país va por el camino correcto. Del otro lado, el rechazo es masivo entre los massistas de 2023. Las edades muestran matices: los mayores de 65 son los más inclinados a apoyar totalmente las medidas del Gobierno (40,8%); en jóvenes y adultos, el apoyo cae y crece la oposición, reforzando la grieta generacional.

En paralelo, Osvaldo Jaldo llega a la cita con un balance de imagen levemente favorable (42,9% positiva vs. 38,5% negativa) y con una mayoría de su electorado validando el rumbo provincial (70,5% “correcto” entre jaldistas). Pero el alineamiento con la Nación no es un cheque en blanco: entre los +65, 45,4% opina que la relación Milei–Jaldo “está mal y debería cambiar”, señal de que los costos y beneficios del vínculo se siguen mirando con lupa.

En suma, Tucumán llega a la campaña legislativa con una brújula clara: Milei funciona como eje ordenador del voto, mientras Jaldo defiende el territorio con números competitivos en imagen y en evaluación de gestión. La contienda se definirá, una vez más, en el filo del clivaje: apoyar u oponerse al experimento libertario en la Nación.